¿Algo dulcito?

Si cuando leíste “algo dulcito” te imaginaste comiendo un chocolate, un helado o tomándote un café con algún postre o galletita después de almuerzo, sabrás que ese “dulcito” es un placer sí, pero más que ser algo placentero se convierte en ocasiones en una “necesidad incomoda”, en algo “negativo” o inclusive hasta en una sensación de “culpabilidad”.. ¿te ha pasado?, siendo sincera a mí sí y la verdad es que hay que reconocer que esa costumbre de consumir algo dulce es muy tentadora y a veces algo incontrolable pero desafortunadamente muchas veces con consecuencias no muy positivas.

No hay necesidad de estar en contra del consumo de productos dulces, ni la idea es abstenernos de cosas que nos gustan o disfrutamos ni tampoco irnos a los extremos del nunca más porque eso nos “vaya a engordar”, “hacer menos saludables” o causar daños graves (a menos que pertenezcamos a casos específicos de salud como una diabetes fuera de control en donde sí es necesario un control estricto), pero si existe la necesidad de ser conscientes de los efectos nocivos que genera su consumo en exceso y más allá de eso, identificar qué está provocando esa necesidad de consumo en nuestro cuerpo.

La sensación de bienestar que genera su consumo es la que estimula ese comportamiento, pues esa sensación dada por la liberación de diversas sustancias químicas genera ese resultado, y que en efecto puede tranquilizarnos o hacernos sentir bien, pero debemos tener claro que lo hace de manera temporal, es decir, experimentamos un bienestar “momentáneo” lo que nos conduce a un círculo vicioso, en el que constantemente requerimos de ese consumo, lo que genera que comamos más dulce de lo que queremos e inclusive más de lo que nuestro cuerpo necesita.

Buscar frecuentemente algo azucarado también puede ser provocado por alguna situación o evento que nos genere ansiedad, preocupación o temor y el camino más sencillo de canalizar esa emoción es a través de algún alimento dulce, pues es una zona segura en donde encontramos satisfacción inmediata.

Lo ideal sería profundizar, ser más conscientes de esas emociones y tomar acciones que nos ayuden a comprender o resolver dicha situación o evento inquietante.

Si te preguntas, ¿podré prescindir de esa necesidad? ¿será posible romper con el hábito de siempre algo dulce luego de las comidas? ¿me sentiré tranquilo sin el consumo constante de azúcar? Afortunadamente la respuesta es ¡sí! Hay muchas alternativas de como disminuir el consumo o de cómo hacerlo de manera que no atente contra nuestra salud, podemos recurrir a técnicas de dominio propio, incorporar en nuestras comidas grasas saludables que generan saciedad como semillas o aguacate que a la vez colaboran en la estabilización de los niveles de azúcar en sangre, entre otras.

¡Si te interesa profundizar en el tema y tomar la decisión de transformar ese hábito, cuento con programas especialmente diseñados para hacerlo! ¡Estaré más que feliz de ayudarte!